Esta es tal vez una carta jamás escrita, una
declaración pública jamás proclamada, un reproche jamás gemido, una saliva
amarga que jamás emergió de lo más profundo de la garganta.
Es tal vez la bitácora de la sanación, la luz
candorosa al final de frío tunel, la vuelta a la vida, la convicción forzada,
la resignación perenne, el regreso a la realidad, la lobotomía emocional, la
catarsis añorada.
Este es el agradecimiento más sincero y profundo
a la persona que más daño me ha hecho en lo que tengo memoria, la persona que
provocó que siempre lloviera sobre mí, que me hizo conocer la amargura, la
agonía, la gris tristeza, que hizo de mí una mujer nueva.
Tengo que agradecerle a esa persona el haberle
aumentado el gusto a mis sonrisas y carcajadas, porque cuando recuerdo mis
lágrimas saladas y mi rostro quebrantado saboreo con más intensidad mis
momentos de alegría.
Nunca había experimentado lo que es correr con
todas las fuerzas, pronta a entregar todo lo bueno que hay en mí, hacia una
pared y quebrarme los dientes por que no me di cuenta que la tenía encima y no
me detuve. Gracias por eso.
Gracias por haber logrado secar unos ojos
enamorados, los que me nacieron luego definitivamente ya no te ven igual.
Agradezco también la inmunidad que me provocaste
ante tu verborrea, ya no me derrito como antes, ahora más bien huyo de ella.
Solo a esa persona le debo mi nuevo don
adquirido: el de amar bien y mejor.
También le agradezco el haberme enseñado a nunca
hacer lo que me hizo a mí a otra persona, eso sería demasiado ruin.
Agradezco a esa persona el haber tomado la
decisión de hacerme a un lado, de acariciarme la cabeza y despacharme con una
patada, de hacerme entender la poca importancia que tenía en su vida, gracias a
eso a dejado a mi corazón libre para amar como se lo merece.
Tengo que darle las gracias a esa persona por
haberme liberado de falsas expectativas, de recibir migajas de cariño, de
sacrificios nunca apreciados, de llevar conmigo siempre un corazón contraído,
de muchos años más siendo una sombra tenue o un antojo pasajero.
Faltan aveces las frases idóneas cuando se quiere
dar las gracias, tengo muchas más en mi cabeza, las recuerdo de tanto en tanto
y las digo al viento de cuando en cuando, tal vez llegue el momento cuando mi
mente solo las balbucee, cuando pierdan sentido, cuando simplemente queden en
el olvido.