Sonríele a la vida, tenla de tu lado, nunca dejes de cortejarla porque puede convertirse en tu peor enemiga. Toma riesgos en nombre de ella y lánzate osado en busca de tus sueños.
Hazla tu aliada frente a las adversidades, aliméntate de su energía y traza tu propio horizonte.
No la retengas entre tus manos por miedo a perderla o a desperdiciarla, esparce su luminosidad por donde surque tu camino y deja impregnada en el ambiente tu presencia.
Que ella te enseñe a nunca silenciar los pensamientos ni a guardar tus sentimientos, deja que lo mejor de ti salga al mundo.
Explota su potencial al máximo, y ve como tu universo se transforma, te darás cuenta que cuando dejas que la vida se sienta en ti la gente que te rodea te agregará valor, lo que aprendas te aportará sabiduría y lo que hagas te encumbrará hacia lo que para ti sea la felicidad.
Deja el miedo y la vergüenza a un lado, que ellas lo que hacen es opacar tu brillo. No temas tocar el hombro del que te ignora porque no te entiende, no temas defender tus creencias, siéntete libre de expresar tu opinión indiferentemente de la situación en la que estés, nunca calles la voz de tu alma, nunca dejes de decir las cosas hermosas que orbitan en tu corazón, no temas ser diferente.
Recuerda que siempre habrá quien valore tu individualidad y la aplauda, recuerda que siempre habrá quién te señale y de volumen a tus imperfecciones, a tus errores.
Sé como la vida misma, extraordinaria, sorprendente, deslumbrante.
Sé como la vida misma, sabia y finita.
Proponte siempre abrir camino entre los campos de espinas y entre los campos de flores; corre la cortina del escenario y da tu mejor presentación siempre, procura tomar riesgos que puedas montar en hombros y aun así poder echar a correr.
Y cuando sientas que la vida se agota y que te abandona, date cuenta de que ella no se ha ido, que la has amado tanto que no puede abandonarte así no más y que descansa sobre tu pecho y que al igual que tú está orgullosa de los hermosos estragos que crearon mientras se comían el mundo.