El objetivo de que a mi corta edad yo cometiera tan brutal asesinato musical era el deleitar a mi querida tía Lucía quien grababa mis alaridos incomprensibles en un cassette para la posteridad.
Cuando era niña pensaba que mi mamá podría pensar en cualquier momento en devolver a mi hermano que estaba a punto de nacer: por eso mi hermana y yo nos enfrascamos por meses en un proceso de negociación con mi madre para que no lo devolviera, inclusive ambas nos comprometimos a lavar pañales a cambio de que mi hermano llegara a nuestro hogar. Con el tiempo me di cuenta de que devolverlo era imposible y que aveces aunque quisiéramos devolverlo no era posible.
Cuando era niña pensaba que el helado de leche condensada con higos y bolitas de chocolate era el mejor helado del mundo: todo cambió después de “dos pegas” y de conocer los gelatos italianos.
Cuando era niña mi hermana permanecía siempre asustada por una mano peluda que la atormentaba: cuando creces te siguen atormentando y en mayor medida manos y demás partes de cuerpos peludas, pero en el caso específico de esta creencia infantil si existía una mano peluda y detrás de ella la mente criminal que le daba vida era yo.
Cuando era niña pensaba que los dos dientes del frente que me faltaban me hacían ver sexy: eso definitivamente era verdad!.
Cuando era niña pensaba que mi abuelita siempre fue abuela: esto definitivamente lo sigo creyendo, no hay pruebas físicas que me hayan hecho pensar lo contrario.
Cuando era niña pensaba que mi abuelita siempre fue abuela: esto definitivamente lo sigo creyendo, no hay pruebas físicas que me hayan hecho pensar lo contrario.
Cuando era niña pensaba que la luna estaba hecha de Soplitos: luego con el tiempo me di cuenta de que era imposible, primero por lo difícil que podria resultar el mantener el soplito en buen estado y segundo descontinuaron el producto, por lo tanto deberían de haberla reemplazado por cheetos o meneítos.
Cuando era pequeña pensaba que Kalimán era sexy: también lo pensaba de Ulises 31 y el Capitán Raimar, que más podía hacer cuando los hombres a mi alrededor no tenían dientes, lloraban cada vez que los dejaban en el aula o les gustaba comer mocos.
Cuando era niña pensaba que cuando grande iba a ser arqueóloga: aunque siempre descubro todo tipo de momias en mi camino nunca logré cumplir este sueño.
Cuando era pequeña pensaba que mi tía era una especie de bruja que veía todas mis travesuras: con el tiempo me di cuenta que no era tan bruja era solo el hecho de que cada vez que yo hacia alguna travesura corria inmediatamente hasta donde ella y me le quedaba viendo fijamente hasta que ella me preguntaba que había hecho.
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