Cuando era niña tuve una amiga llamada Karla.
Karla era mi amiga inseparable, prácticamente mi alma gemela y al ser yo primogénita y tener una hermana que llegaría hasta dos años después pude conseguir en Karla la compañera perfecta de juego.
En ese tiempo tenía bastante tiempo libre, estaba muy pequeña para asistir al kínder y no existían todos esos niveles previos al kínder que actualmente existen, así que Karla llegó a mi vida como anillo al dedo.
No recuerdo que pensaban mi padres acerca de ella, creo que les era indiferente a menos de que yo comenzara a alardear de nuestras hazañas juntas para lo cual exigía la mayor atención de ambos progenitores.
De vez en cuando Karla se sentaba a la mesa con nosotros a la hora del almuerzo o la cena. No recuerdo muy bien, pero creo que sus ojos al sentarse frente a la mesa no divisaban lo que se había preparado para comer.
Más de una vez alarmada e irritada grité para avisarle a mi papá o mi mamá que estaban a punto de sentarse encima de ella. Karla frente a mis padres era muy callada, por eso pasaba tan desapercibida.
En otra ocasión mientras mi papá lavaba el auto tuve que gritar de nuevo para advertirle que estaba empapando a Karla, la muy tonta se había acomodado muy curiosa junto al carro y mi papá sin querer prácticamente la bañó con la manguera.
Aunque la amaba mucho y era mi mejor amiga a veces andar con Karla era una verdadero suplicio, le gustaba que siempre anduviéramos de la mano, creo que era para sentirse más segura, como si quisiera confirmar su existencia; sin embargo andar de la mano con Karla era cansadísimo, porque me tocaba caminar un poco agachada y encorvada para poder sostener su pequeña mano.
Así mi mamá me veía pasar de un lado al otro de la casa como si tuviera una estaca atravesada entre pecho y espalda y que ésta me estuviera acartonando el cuerpo.
Karla llegaba todos los días a mi casa, de hecho creo que nunca se iba, dormía, jugaba, comía siempre conmigo.
Muchas veces pensé que sería importante que por lo menos mi mamá conociera mejor a Karla, ya que prácticamente vivía en la casa, pero nunca lo pude hacer porque ella siempre huía y se escondía debajo de la cama cuando mi mamá llegaba. Ambas teníamos la idea de que escondernos debajo de la cama era volverse prácticamente invisible: podíamos ver los pies de mi tía y mi mamá donde pasaban de un lado al otro, podía ver como mi tía arrastraba graciosamente el pie derecho al dar el paso y como mi mamá caminaba siempre a grandes zancadas.
Nos encantaba matar el tiempo juntas acostadas en el sillón de la sala, claro que Karla era más astuta, siempre escogía “el rincón” por lo que yo siempre quedaba acostada de forma tambaleante en la orilla del sofá.
Es imposible que recuerde cómo era ella, solo recuerdo que era muy bajita y que su nombre era el más hermoso que había escuchado en mi vida; aunque casi puedo asegurar que era muy peluda.
También es imposible recordar cuándo fue la última vez que la vi, nunca se despidió, desapareció casi al mismo tiempo que apareció mi hermana menor.
Creo que si estas alturas de mi vida Karla reapareciera podría sentir un poco de terror, sobre todo por el hecho de que a los años me di cuenta que inexplicablemente la única que la veía era yo.
Basado en mi vida real :)
Jajaja jajaja yo también tuve una se llamaba Laura tan linda la infancia...mmm pero si verla ahorita me podría provocar un desmayo ;)
ResponderEliminarIo No Tube D:
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