Resulta extenuante aveces tratar de arrinconar esos deseos incontrolables de meterme en problemas, es como si observara el mar en calma y esto me produjera migraña o ganas de salir corriendo a lanzarme a él y crear el caos entre las violentas ondulaciones del agua.
No me es posible concebir la idea de un mundo donde de vez en cuando no me quiebre la cabeza buscando la solución al nuevo problema en que me he metido, no me arriesgo a imaginar siquiera no tener por lo menos una noche de mal dormir al mes; todo por que me resulta sumamente dificil no querer poner las manos desnudas y tensas sobre el carbón hirviendo, o por que no puedo pasar a la orilla del alcantilado sin sentir que algo me llama en sus profundidades; necesito que este dolor constante de cabeza tenga una buena razón de ser.
La vida me ha hecho experta en romper lo irrompible, rayar lo inrayable, tomar lo intomable y mencionar lo inmencionable, y me ha hecho adicta a lo que no conozco, a lo que no he vivido, a lo que no he probado o a lo que no he sentido.
No creo ser la única que se autoasigna calvarios al azar o se mete donde no cabe sólo por no caer en la cotidianidad, la busqueda incesante de nuevas experiencias nos hace estar en un sección adicional de la raza humana, nos hace toparnos de frente con los que apenas vienen de camino y que muy probablemente nunca cambien de rumbo como tú o como yo.
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