Qué es una MAN KILLER?

Una Man Killer es una mujer dinámica, enérgica, inteligente y decidida. Es la perfecta compañera para lograr las metas en común y tener libertad para lograr las personales.


Una Man Killer nunca será sumisa ni torpe al hablar, su voz es fuerte y decidida, sabe lo que quiere, lo que le beneficia y sabe cuando dejar atrás lo que no la ayuda a ser mejor.

Como todos una Man Killer tiene sus días malos, pero de ella misma depende de que solo sea eso, un día...


martes, 17 de noviembre de 2009

Limón Dulce


Cualquiera podría pensar que el tener un padre nacido prácticamente entre el mar, las olas y el ceviche de piangua o chucheca es sinónimo de una vida llena de playa, arena y lugares salados por conocer. Todos los que pensaron que así era no pueden estar más equivocados.


Mi padre poco a poco cambió los ingredientes de un ceviche puntarenense por un puré de papas cartaginés, y aquel hombre que creció con arena entre las uñas de los pies y sudor marinado parece que hubiera nacido en la bruma eterna.

Ya mi padre no soporta el calor del puerto, ni la arena entrometida, ni la playa, ni el viento, ni el sol, ni las gaviotas, ni los “Churchills”, ni los trajes de baño, ni las chuchecas… no esas ultimas si las soporta; ahora él es un hombre que ama el frío, la bruma, su sudoku y a la perra Surimi.

Pero mi padre no es el tema en cuestión, sólo es una referencia del por qué tanto mis hermanos como yo padecemos de una “insuficiencia playera crónica”, en otras palabras, a mi padre no le roncaba ir a otra playa que no fuera Puntarenas y Playa Naranjo, que en cuyo caso era para visitar a mi difunta abuela. Es probable que ya ninguno de nosotros volvamos a ese lugar ahora que mi abuela ha muerto. Si no conocíamos más playa que la del puerto, menos otros pueblos y playas en Limón o Guanacaste.

Bueno, sabiendo esto pueden darse una idea de por qué hasta mis 27 años de edad he hecho mi primer viaje a Limón. Las razones que me movilizaron hasta allá eran de carácter laboral, pero no por eso dejó de ser un viaje realmente placentero.

No tuve que preocuparme por el hecho de que me hacía acompañar por una colega de trabajo que goza de mi entera simpatía y la cual, estaba segura, no me iba a provocar el deseo de degollarla en el Zurquí después de 4 horas de viaje de ida y 4 horas de regreso.

Como íbamos en mi carro tenía control total de lo que allí acontecía: desde monopolizar la selección de las piezas musicales (de hecho seguro la pobre iba jorobada de estar oyendo a Dionne Warwick cantar la misma canción unas 50 veces), hasta configurar la intensidad del aire acondicionado.

Nunca tanto en el viaje de ida como en el de regreso hubo tiempos muertos de silencio sepulcral ni aliviante, no, cual cotorras embarradas de mierda, como dicen por ahí, tertuliamos sin parar. Mediante la conversación me pude percatar que tenemos muchas cosas en común y que tenemos además puntos de vista y opiniones que recíprocamente no nos censuramos.

Resultó que mi compañera de trabajo además es compañera en la búsqueda de la maximización de nuestro hombre interior, de nuestra masculinidad como pilar de una personalidad más sólida, darle rienda a nuestro macho interno. Somos mujeres encaminadas a la evolución, somos de las que no nos conformamos con menos de lo que merecemos, aunque se nos cuestione de que somos demasiado “exigentes” con lo que buscamos, sobre todo en materia de hombres. Este cuestionamiento a veces se ve nublado por la errónea idea de que nosotras esperamos la llegada de un príncipe azul, de cabello rubio frondoso, barbilla partida, montado sobre un magnífico corcel blanco de larga cabellera colochuda.

No es así.


Sabemos que el príncipe azul es sólo una leyenda urbana similar a la del viejo de la bolsa; no esperamos tal personaje, aguardamos la llegada de un hombre evolucionado, tanto de mente como de espíritu, y aún mejor si viene en buen envase.

No pasé del parque del centro de Limón, eso fue lo único que conocí, y algunos puestos donde realizamos algunas paradas estratégicas para conseguir los encargos culinarios de todos mis golosos compañeros de trabajo. Por cierto, en Limón probé el maní garapiñado más exquisito, delicioso y orgásmico del mundo entero.

De regreso a San José nuestra conversación también fue tan suculenta como el delicioso patí que desde el haciendo de atrás desplegaba su grato aroma.

El Limón Dulce cuando toca mi paladar activa en mí dos dispositivos: primero el del amor y luego el del odio. El amor se manifiesta cuando los tiernos gajitos del limón dulce tocan mi sedienta lengua y al morderlos revientan estrepitosamente salpicando internamente mi boca, pero casi al mismo tiempo aparece el odio, odio al sabor a “golpe” que deja el limón una vez que ha sido tragado, es un sabor en la lengua y garganta que sabe a mentada de madre. Pues el día de hoy tiene algo de Limón Dulce, el amor surge al haber tenido un viaje placentero, sin mayor contratiempo, un paisaje precioso, una compañía a la altura y una reunión de negocios exitosa, el odio surge del cansancio de manejar tantas horas, de la imposibilidad de conocer más de Limón y de los kilos que voy a subir por todo el maní garapiñado celestial que me devoré.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Un día de furia

Ese día, ese preciso día solo podemos pensar que el universo se ha majado un huevo en la infinita puerta de la inmensidad. Y es que no somos capaces bajo esas situaciones pensar en otra cosa que no sea que Dios nos ha abandonado, que es obra del Chamuco o simplemente no debimos levantarnos de la cama ese día.

Cuántas veces hemos tenido, sentido o vivido una situacion que simplemente nos produce ganar de llorar, ya sea por desesperación, verguenza, rabia o dolor?.

Se me ocurren mil y una de esas situaciones, de esas que queremos nunca recordar o volver a vivir, de esas que en nuestro claro cielo nos amenazan cual nube de tormenta.

No me estoy refiriendo (a pesar de mi dramatismo apocalíptico) de situaciones atípicas, casi increíbles o de magnituteds casi improbables, me refiero a pequeños detalles que nos producen un malestar instántaneo.

Hay algo más triste que majarse un dedo en la puerta de un carro?. Claro, que sea otra persona la que nos maje el dedo, y peor aún si previo a nuestra doloroza experiencia hemos advertido que nuestro dedo se encuentra en la línea de combate, en tan vulnerable posición como para ser aplastado en un puertazo. Quién no ha sentido el dolor que provoca tal majonazo, hasta el punto de casi asegurar que nos hemos orinado. Terrible es cuando tras de ser masacrados tenemos que contener nuestra agonía por que nos encontramos en un lugar público o por que nuestro cercenador es alguien como por ejemplo nuestro jefe o alguna persona a la cual no le tenemos la suficiente confianza como para mandarla al carajo.


Y luego la agonía sigue, por que debemos esperar a que se mejore nuestro cuasimodo dedo, que pasa por diferentes etapas de putrefacción: se pone rojo, verde, amarillo, café, negro o cualquier otro color sorpresa, el cielo es el límite; todo esto acompañado por el dolor y por la desgana de apoyarlo en cualquier superficie o rozarlo contra cualquier cosa en este mundo, hasta soplar encima de él es una verdadera tortura china.

Llegas al punto en que piensas que amputarlo es la solución, que fuiste valiente al no gritarle al verdugo "dedal" sus verdades en el momento de la ejecución del inocente, que eso ha sido lo más fácil hasta ahora que has vivido el infierno en la tierra. Piensas que gracias a Dios el dedo mal herido y horroroso, no es tan necesario comparado con los demás, y hasta te haces una imagen mental de tu vida sin él. Claro está después de mucho pensar en cómo deshacerte de él no haces absolutamente nada.

Todo pasa, el tiempo cura todo. Luego podrás hasta reírte de esa situación en una reunión de amigos o familiares cuando surjan los temas de rigor en dichos aquelarres: situaciones vergonzosas que tengan que ver con mucho dolor o con mierda.

Continuando con el carro, hay algunas otras situaciones que de igual manera pueden provocar que de nosotros aflore la bestia interna, que nos lleven a practicamente "un día de furia".

Dejar las llaves dentro del carro y no tener una copia a mano, prensar el vestido o el saco con la puerta y que la prenda en cuestión quede sucia o con la marca del borde de la puerta repintado. Que alguien no suba todo el vidrio de la ventana, llueva y que el sillón parezca esponja de lavarplatos rebozante de agua. Llegar por tu carro y encontrar un rayón kilométrico que lo atraviesa de cabo a rabo, son solo algunos ejemplos de los obstáculos que puedes encontrar en el camino a la felicidad y a la paz interior.

Definitivamente estas situaciones nos atacan en el momento menos esperado, sin previo aviso y atacan directamente los puntos débiles de tu humanidad, saben cuales son tus debilidades y te acribillan sin piedad: Perder un archivo importante, que tu hermano estrene tu ropa, que alguien se lleve tu carro sin permiso, que tu perro se coma el cable de tu laptop, que no tengas un maldito lapicero para apuntar un número importante, que se riegue la Coca-Cola en la tapicería de tu carro, que se te quiebre un tacón, que un carro te salpique con agua enlodada, que no te paren dos buses en forma consecutiva, que te griten "gorda" en la calle, que te caigas de manera estrepitosa en plena avenida y te raspes las rodillas, que se coman tu cena, que te roben el menudo que dejas en el carro, que no tengas menudo para pagar el peaje, que tengas ganas de un beso y nunca se dignen a dártelo, que esperes a alguien por más de dos horas y te des cuenta de que no tenía la menor intención de ir a tu encuentro, que te mientan que ya llegan a la cita y aún no han salido ni de la casa, que coman de tu plato sin tu consentimiento, que la gente piense que por pedir que la conviden de algo estás en la obligación de compartirlo, son solo una pincelada de la mierda que puede ser la vida aveces, y si ponemos un poco más de atención muchas de nuestras desgracias son providencia de terceros.

Por estas y por muchas otras situaciones vividas, o más bien sufridas, he llegado a la conclusión de que si seguimos el consejo de poner la otra mejilla cuando nos han cacheteado la primera, muy probablemente muchos de ustedes me acompañarían en el psiquiátrico, donde estaría envenandome a mí misma con toda la ira e impotencia reprimida; por lo que hace tiempo decidí poner ambas mejillas, sólo para que el que me esté cacheteando en ese momento no esté midiendo el golpe bajo que tiré y que va directo al "sur de su ombligo".

Consejos a mis hijas - Por Jaime Bayly

(A Camila, por su cumpleaños)

No se casen.
Si se casan y el novio es rico, no acepten un acuerdo previo de separación de bienes.
Si ya se casan una vez, cásense al menos dos veces más.
No le pidan nada a Dios.
No le tengan miedo a Dios ni a los que meten miedo en nombre de Dios.
No esquíen.
No buceen.
No hagan canotaje.
No trepen montañas.
No sean trepadoras.
No salten en paracaídas.
No salten soga.
No vayan al gimnasio.
No se operen nunca nada, aun si les dicen que su vida está en riesgo. La vida siempre está en riesgo, mucho más cuando te operan.
No confíen en los médicos, en los políticos, en los psiquiatras, en los vendedores ni en nadie de aspecto humano.
Limítense a hacer lo que les dé placer.
No se limiten en hacer lo que les dé placer.
Bailen todo lo que puedan.
Traten en lo posible de no matar a nadie.
Si es inevitable matar a alguien, háganlo con delicadeza y compasión, procurando el menor sufrimiento a la víctima y no dejando huellas del crimen.
Matar puede ser divertido una vez, más ya es vicio. No se envicien. Si se envician, usen silenciador y disparen tres veces, por las dudas.

No vayan a velorios, funerales, misas ni casamientos.
Si matan, vayan al velorio y lloren un poco, es lo mínimo que pueden hacer. Una dama siempre sabe cuándo corresponde llorar.
No tengan hijos.
No adopten hijos.
Si tienen hijos, traten de saber quién es el padre.
Si tienen hijos, no los bauticen.
No les pongan sus nombres a sus hijos ni a sus hijas. Puestas a elegir, póngales sus nombres a sus hijos, así los confunden un poco.
No viajen. Caminen. Miren.
No estudien. Lean. Miren.
No lean nada que no les dé placer.
No lean mis libros.
No se maquillen.
No usen tacos.
No hagan el amor. Tengan orgasmos.
No viajen nunca sin un consolador y dos juegos de baterías.
No limpien la casa.
No cocinen.
No tomen pastillas para dormir.
No tomen antidepresivos.
No tomen.
No fumen.
Fumen un porrito de vez en cuando.
No prueben coca.
Piensen que este año puede ser el último.
No respondan los agravios. No inmediatamente.
Dicen que la mejor venganza es pasarla bien. Es una verdad a medias. La mejor venganza es dejar ciego a tu enemigo, que no te pillen y luego pasarla bien.
La única manera científica de medir la felicidad es el número de orgasmos que alcanzarán a lo largo de sus vidas. Que sean muchos (los orgasmos y los proveedores: traten de que no sean los mismos proveedores de Wong, por el amor de Dios).
No vayan a reuniones familiares. Si van, traten de sembrar cizaña y encender una discusión, luego ya se pueden ir más tranquilas.
No traten de ser amigas. Es imposible. Son hermanas.
Si les gusta el mismo hombre, traten de compartirlo. Si no se deja compartir, es gay.
Es aconsejable tener un amante oficial y uno (por lo menos uno) clandestino. Es aconsejable que el clandestino esté mejor dotado que el oficial. Es aconsejable que el oficial no sea oficial de la policía.
En caso de ser pilladas, no se disculpen, no nieguen las evidencias, búsquense otro amante.
No recen. Nadie escucha. Mejor canten.
No esperen que nos encontremos en el más allá. Pero si llegásemos a encontrarnos, por favor no me despierten si estoy durmiendo.
Usen sombreros.
Huelan las rosas.
Maten mosquitos.
Beban un vaso de lluvia escandinava.
No esperen nada bueno de la gente.
No amen al prójimo, desconfíen de él.
Las orgías no son recomendables, se pierden los zapatos y los relojes con facilidad.
No pidan consejo a nadie. Hagan lo que les salga del corazón. Si no les sale nada, no hagan nada. Ante la duda, abstente. Ante la certeza, duda. En cualquier caso, abstente.
No hagan caso a nadie de la familia, salvo a mi hermano Javier.
Aunque solo sea por una vez, hagan el amor con una mujer. Aunque no les provoque, háganlo por respeto a mí, como un homenaje a mi memoria.
Vuelen en globo.
No hagan dietas. Engorden. Soben con cariño su panza. Pónganle un nombre. Hablen con ella.
Un día cualquiera, en una ciudad cualquiera, escúpanle sin razón alguna a un peatón. Sigan caminando. No se disculpen.
No se pinten el pelo.
Si llegan a tener canas, no se las pinten.
No usen hilo dental en las nalgas. En los dientes, de vez en cuando.
No busquen la felicidad. Busquen el punto G. Allí habita.
Nieguen con absoluto cinismo todas las flatulencias que despidan. Atribúyanlas a otros.
Mientan todo lo que sea innecesario.
Si un amante te deja, no te ahorres un par de insultos.
Si un amante te deja y luego te pide perdón y quiere volver contigo, no lo perdones, insúltalo un poco más.
Si un embarazo las sorprende, hagan todo lo posible por parir a ese crío.
Si abortan, no se arrepientan.
Si no abortan, tampoco se arrepientan.
Traten de que no las sorprenda un embarazo.
Estar sola puede ser una cosa muy buena.
Dormir sola puede ser una cosa muy buena.
Vivir sola puede ser una cosa estupenda.
No hagas a los otros lo que no quieres que te hagan a ti. Pero si te hacen algo que no querías, hazle algo peor a esa persona o a cualquier otra persona. No te quedes con las ganas.
Si tienes un hijo, llámalo Circuncisión.
Si tienes una hija, llámala Clítoris o simplemente Clit, que es más glamoroso e internacional.
A Circuncisión no te olvides de hacerle la susodicha operación cuando nazca. No dejes pasar el tiempo.
No confíen en un hombre al que no le gusta el fútbol. Tampoco confíen en uno al que le gusta el fútbol. Desconfíen de ambos, pero más del primero.
No se acuesten con un magnate ruso. No se jueguen la vida de esa manera.
Nunca acepten nunca una taza de té de un magnate ruso residente en Londres. Puede que no le echen azúcar o sacarina al té, sino plutonio 210.
Tengan sexo con un negro al menos una vez en la vida, por respeto a lo que sufrieron los esclavos. En circunstancias ideales, que no hable ninguna lengua comprensible para ustedes.
Traten de recibir más regalos de los que den. No es cierto que goza más el que da.
Solo den limosna a los que tocan el violín en la calle.
Recuerda que esa violinista callejera podrías haber sido tú.
Si no aprenden a tocar la guitarra, el piano o el violín, aprenden al menos a tocarse a sí mismas.
Si llegan a viejas, en alguna reunión navideña simulen un ataque de Alzheimer y echen a todos de la casa acusándolos de ser unos intrusos.

Si tu chico se pone tu calzón, déjalo, no lo regañes. Pero no vuelvas a ponértelo tú.
No hagan el amor en la ducha, en el ascensor o en el baño de un avión. Eviten lugares resbalosos o movedizos. Las escaleras son más seguras.
Si un hombre no sabe ponerse un condón, échenlo enseguida de la casa y no lo vean más.
Si se pone dos condones, échenlo también, díganle pusilánime.
Siempre que les convenga, nieguen que son mis hijas y digan que no me conocen.
Siempre que les convenga, digan que son hijas de mi tío Walter, que es un gran tipo. Da más prestigio y abre líneas de crédito.
Cuando arrojen mis cenizas al mar, asegúrense de no tener el viento en contra.
En caso extremo, conviértanse a cualquier religión que les permita salvar la vida.
No digan que son ateas. Suena mal. Digan que son agnósticas. Suena a que están investigando algo científico.
No se vuelvan mormonas. Se puede malinterpretar.
No traten de tener éxito. Es un estrés. Traten de aprender a estar bien con pocas cosas y pocas personas. Si no aprenden, acostúmbrense a estar mal, encuéntrenle un cierto gusto, disfruten del fracaso. Tal vez eso sea precisamente el éxito.

Resumiendo:
Limítense a hacer lo que les dé placer.
No se limiten en hacer lo que les dé placer.
Suerte.
Buen viaje.
Fuente: http://jaime-bayly.com/wp/?p=81#more-81

Ella en mi cabeza - Jaime Bayly

Ella y yo nos amamos como se aman los enfermos, como se aman los locos, como se aman los que saben que ya no pueden separarse

"Ella sabe que amo a mi chico.

Ella sabe que juego con una chica.

Ella sabe que juego con todas las chicas que puedo (que son pocas, porque ya no puedo jugar por culpa de las pastillas).

Ella sabe que soy adicto a las pastillas.

Ella sabe que las pastillas me están matando.

Ella sabe que es exactamente así como quiero morir (así, o envenenado por un obispo).

Ella sabe que me ha perdido, que no soy el que conoció, que mi vida se fue al carajo.

Ella sabe que esa tarde me van a operar (de nuevo).

Ella lo organiza todo: el chofer me lleva a la clínica, me cubre con mantas, enciende la estufa portátil.

Ella llega antes de la operación. Me besa en los labios. Me dice Gordi. Me mira como si el tiempo no hubiera pasado, como si fuésemos los amantes de antes.


No sabemos si el bulto que me van a extirpar es benigno o maligno. Le digo que nada que salga de mi pecho podría ser benigno. Ella se ríe. Suele reírse de mis bromas (incluso cuando no le hacen gracia).

Ella está allí, a mi lado, cuidándome, vigilando cada detalle, espantando a las enfermeras acosadoras.

Ella me acompaña hasta la sala de operaciones. No la dejan entrar. Nos despedimos. Me da un beso. Le recuerdo que el testamento lo tiene mi amigo, el abogado, el que será mi vicepresidente. Le recuerdo las cuentas que tengo escondidas por aquí y por allá (sobre todo, por allá). Le ruego que, si no despierto, organice unos funerales discretos, sin presencia de curas ni predicadores.

Ella está a mi lado cuando despierto. Ya no está a mi lado cuando despierto todas las mañanas (quiero decir, todas las tardes). Pero esa tarde, después de la operación, está a mi lado cuando despierto.

No le importa que ame a un chico y que juegue con una o varias chicas y ya no juegue con ella. Me quiere. Me quiere como si fuera su hijo. Yo la quiero como si fuera mi hija. No me queda claro si ella es mi madre o yo su padre o si ambas cosas son posibles a la vez.

Ella llama a la enfermera y le ordena que me pongan más morfina. Sabe lo mucho que me gusta la morfina. Sabe que no es improbable que en unos años termine asaltando hospitales públicos para robar morfina de madrugada.

Ella sabe que me han prohibido tomar mis pastillas de toda índole mientras duerma en la clínica. Sin embargo, me desliza furtivamente las pastillas. Sabe que me hacen mal. Sabe que me hacen mal y sin embargo me hacen feliz. Las tomo. Duermo o creo que duermo.

Ella jala el suero y la morfina para que yo pueda caminar al baño a orinar. Ella me ve orinar. No deja de asombrarme que de ese colgajo comatoso, decrépito, hayan salido dos vidas deslumbrantes, las hijas que ella me dio, las hijas que ella me dio contra mi expresa opinión, las hijas que ahora llegan a visitarme con un cuadro pintado por la mayor y con galletas de chocolate horneadas por la menor.

Ella y sus dos hijas, ella y mis dos hijas: tres mujeres de una belleza resplandeciente, sobrecogedora, que de pronto iluminan y alegran ese cuarto lóbrego. ¿Es la morfina o soy el hombre más afortunado de este hospital?

Ellas me besan, observan las vendas ensangrentadas que cubren la herida, me hacen bromas, comemos galletas, tomamos Coca-Cola (que le enfermera me ha prohibido) y de pronto anuncian que tienen que irse.

Ellas son así, siempre llevan prisa. Toman clases de francés, de pintura, de equitación. Son chicas muy atareadas y con muchas amigas. Sus celulares suenan sin cesar. Nada las detiene. Cada una se mueve a su aire. Nunca me piden permiso. Me informan. Me cuentan. Me notifican.

Ellas se van a seguir con sus vidas de adolescentes felices.

Antes de irse, la mayor me cuenta que sus vacaciones de verano las pasará en casa de una amiga en New Canaan, Connecticut.

Para no quedarse rezagada, la menor me cuenta que ha sido admitida a un internado en Lausanne, Suiza, por seis semanas.

Fantástico, les digo, y recuerdo con nostalgia cuando eran niñas y las vacaciones más divertidas eran las que pasaban conmigo haciendo nada.

Mis hijas se van porque tienen que irse, la vida las espera, promesas de placeres furtivos aguardan por ellas: yo soy una rémora, un saco de papas, un cuerpo corrompido, su padre sedado, manso y sonriente, gracias a la morfina.

Ella se queda, ella siempre se queda cuando más la necesito.

Ella me dice que se quedará a dormir en el sofá.

Le digo que necesito escapar, que necesito que me ayude a escapar, que debo tomar un avión para llegar a una feria del libro al sur del país.

Me mira y se da cuenta de que no estoy bromeando, ya me conoce y sabe cuando hablo en serio.

Ella llama a la enfermera, llama a los doctores, les exige que firmen mi permiso de salida, esconde morfina en mis bolsillos, me sienta en una silla de ruedas, empuja la silla de ruedas. De pronto ella es Kathy Bates y yo, Jeremy Irons. ¿Qué me haría sin una loca adorable como ella?

Ella me sube a su auto a las cuatro de la mañana. Las clínicas no son muy distintas de las cárceles, le digo. Siempre sales peor de lo que eras al entrar. Siempre sales con un orificio que te duele. Ella se ríe y maneja con notable torpeza (siempre manejó con notable torpeza, salvo cuando me maneja a mí).

Ella me lleva al hotel, me acuesta, me da las pastillas, me acaricia la frente mientras balbuceo las ideas del discurso que daré la noche siguiente en la feria del libro. Estás loco, me dice. Todos en este país estamos locos, le digo.

Ella sale del cuarto para que llame a mi chico y le diga que estoy bien, que todo salió bien, que ya me operaron y escapé del hospital.

Ella extiende tres frazadas en mis pies, me besa en los labios y me dice que se va a dormir.

Duerme en la otra cama, le digo.

No puedo, me dice. Las niñas me necesitan en la casa.

Claro, las niñas, anda con ellas.

Ella se va pero en realidad nunca se va, ella siempre está conmigo, me trae galletas y me cubre los pies y me consigue morfina y me ayuda a escapar del hospital.

Ella sabe que estoy loco y que no tengo cura y que la mejor versión de mí es la que conoció hace veinte años y que la peor versión de mí es la que aún está por conocer. Sabiendo todo eso como sin duda lo sabe, ella no está dispuesta a dejarme, ya entiende que no pudo curarme, reformarme o adecentarme y que ahora solo puede acompañarme en esa segura travesía al abismo.


Ella no me pregunta por mis erecciones o mis orgasmos o mis hijos probables o improbables. Yo no le pregunto por sus amantes o por las cosas que hace con otros varones o por los amigos que la esperan con impaciencia en tal o cual ciudad. Ella y yo nos amamos como se aman los enfermos, como se aman los locos, como se aman los que saben que ya no pueden separarse y que uno verá morir al otro y se ocupará de enterrarlo (y sin duda será ella quien me vea rendirme cuando no queden ya fuerzas para seguir librando esta batalla contra no sé quién, contra no sé quiénes, contra casi todos, menos ella, mis hijas, mi chico y alguna gente más que ya no recuerdo por la morfina).

El bulto era benigno. Menuda sorpresa. Si benigno era el bulto, benigno ha de ser el pecho que lo alojaba, mi pecho, mi pecho de murciélago, mi pecho de gaviota.

Es probable que hayan removido los últimos centímetros benignos que quedaban en mi organismo. Maligno es todo lo que queda. Maligno, malvado y malicioso.

Cuando despierto, ella está allí. Me ayuda a desvestirme, a quitarme las vendas, a retirar los parches adheridos a mi pecho, a ducharme, a jabonarme los testículos. No todos los hombres tienen a una mujer dispuesta a jabonarles los testículos. Uno de los doctores me ha dicho, palpándolos con curiosidad, que tengo los testículos más grandes que ha visto en su vida. También me ha dicho, mostrándome unas bolas de madera, que los peruanos tenemos los testículos más grandes del mundo, pero que los míos son más grandes que los de un peruano promedio. De lo que puede deducirse que soy un gran peruano o un gran huevón (más probablemente, lo segundo). En cualquier caso, ella me baña, me seca, me viste y me ve partir al aeropuerto.

Ella sabe que estoy loco y que no debería subirme a ese avión. Ella sabe que estoy desobedeciendo a los médicos y arriesgando mi salud. Ella sabe que mi vida consiste precisamente en arriesgar mi salud. Ella sabe que ese viaje, ese evento público, aquel discurso ante una multitud, esa infinita firma de libros legales y piratas son una manera de seguir arriesgando mi salud.

Ella sabe todo eso, lo sabe todo sobre mí. Pero tal vez no sabe esto: que cuando estoy solo la extraño más que al prozac, más que a la morfina. Y que cuando esté por morir el último beso quiero que sea el suyo, el suyo, el de mis hijas, el de mi chico, y finalmente el suyo".
Fuente: http://jaime-bayly.com/wp/?cat=3

El hombre que yo amo


"Me gusta estar con hombres para sentirme mujer y con mujeres para sentirme hombre"

Fue amor a primera vista. Un amor que fue creciendo cada vez que escuchaba su voz y con cada palabra que escupía directamente desde ese brillante cerebro. Hombres como él, pocos, ese es el atractivo de su "raza".

Es perfecto (claro está desde mi percepción) de arriba a abajo, desde su singular cabellera hasta su según él prominente barriga. Su audacia y lengua viperina son tan seductoras como su insinuante forma de presentarse como aquel que no despierta deseo, cuando sabe perfectamente que es todo lo contrario. Le encanta encarnar el papel de víctima, cuando en realidad no hay duda que es el victimario.

Sólo hay dos caminos cuando se trata de Jaime: lo amas o lo odias. Yo decidí amarlo, amarlo con locura, amarlo hasta los huesos, amarlo en cada palabra que escribe, amarlo en cada una de sus ocurrencias, de sus vulgaridades, de sus desplantes, de sus irreverencias, amarlo completo, sin eliminar nada.

Declarado abiertamente bisexual, Jaime es capaz de sentirse seducido por el más intolerable idiota o por la más impresionante mente femenina, pasando por todos los grises de personalidades que pueden haber de camino; como él mismo lo dice "Me gusta estar con hombres para sentirme mujer y con mujeres para sentirme hombre".

Escritor consumado, alabado por su prosa sencilla y directa, es todo un dechado de virtudes y talento pero además de vicios y superficialidades... nadie puede ser perfecto, gracias a Dios!.

Jaime Bayly: el hombre que conquistó mi corazón para toda la eternidad, el prototipo de príncipe "celeste" con el que espero tropezar algún día.

Les dejo a continuación una escrito del talentoso y controversial Jaime Bayly acerca de los refranes:

Refranes mentirosos
"Detrás de cada gran hombre, hay una gran mujer". Mentira. A veces hay dos mujeres. A veces hay otro hombre. A veces no hay nadie. Además, es machismo puro: ¿por qué la mujer tiene que estar detrás y no al lado?

"A quien madruga, Dios lo ayuda". No siempre. Muchos han salvado la vida porque no madrugaron y se quedaron dormidos. Por ejemplo, el 11 de septiembre de 2001 en Boston y Nueva York. Madrugar es una cosa atroz, cualquiera lo sabe.

"Mente sana en cuerpo sano". Bueno, hay excepciones. No pocos deportistas exitosos suelen tener serias taras mentales. Es larga la lista de futbolistas más o menos virtuosos que son, al mismo tiempo, mentalmente insanos o casi. Yo mismo voy al gimnasio todos los días y estoy mal de la cabeza.

"La ociosidad es la madre de todos los vicios". Tengo mis dudas. Casi todos los grandes creadores son grandes ociosos que detestan el trabajo duro y aman el ocio creativo. Por eso, sería más justo decir que la ociosidad es la madre del arte, salvo que el arte se considere una forma de vicio.


"Quien mucho abarca, poco aprieta". Dudoso. Las personas obesas mucho abarcan y mucho aprietan. Las grandes corporaciones mucho abarcan y mucho aprietan. El Estado mucho abarca y mucho aprieta.

"A mal tiempo, buena cara". Absurdo. Los músculos de la cara se atrofian tanto con el frío que es imposible sonreír o fingir una sonrisa en una tormenta de nieve. Además, ¿por qué deberíamos alegrarnos o simular alegrarnos cuando las circunstancias nos son adversas? Este refrán parece inspirarse en la perversa noción religiosa de que debemos exaltar el sufrimiento como una virtud y alegrarnos estoicamente ante la adversidad y la desdicha.

"En casa de herrero, cuchillo de palo". En verdad, nunca he visto un cuchillo de palo. He visto palitos chinos, he visto cuchillos de plástico en los aviones, he visto incluso cucharones de palo, pero nunca he visto un cuchillo de palo y no conozco a nadie que tenga uno. Si existe el refrán, deben existir los cuchillos de palo, pero ¿con qué oscuro propósito alguien tendría uno? ¿No sería un utensilio bastante inútil? ¿No sería como tener un condón de lija?

"A falta de pan, buenas son tortas". Discutible. Las tortas suelen ser mucho más ricas que los panes, al menos para mí. Tendría más sentido si dijese: "A falta de tortas, buenos son panes".

"Por la boca muere el pez". No siempre. Muchos mueren porque se los come un pez más grande. Pero supongo que el refrán pretende convencernos de que es mejor hablar poco o nada, y eso no es cierto. Los políticos que hablan mucho y bien conquistan el poder. Los curas que hablan mucho y bien convencen a los incautos. Los comediantes que hablan mucho y bien ganan fortunas. Los cantantes que cantan mucho y bien ganan fortunas. Los animadores de televisión que hablan mucho y bien ganan fortunas. Saber hablar o cantar con gracia es una habilidad que suele ser muy bien recompensada en estos tiempos.

"A palabras necias, oídos sordos". Esto será para los beatos y los santurrones, no para la gente normal. No es tan fácil ignorar una necedad o perdonar un agravio. No hay que dejar de oír las necedades: hay que oírlas bien y recordar al necio que nos las dijo para alejarnos de él y no darle ocasión de volvernos a agredir con sus sandeces. Por lo demás, el refrán parece discriminar a los sordos. Pues, si los sordos leen palabras necias, ¿cómo deberían aplicar este refrán?

"Nadie diga: de esta agua no he de beber". ¿Nadie? ¿Nunca? ¿Ni siquiera si es agua pestilente, fétida, hedionda? A veces es bueno decir que de esa agua mala no beberemos más. Si un alcohólico dice que no beberá más, hace bien, lo mismo que si un fumador dice que no fumará más o un cocainómano dice que no aspirará una línea más: hay que decirlo para intentar conseguirlo.

"Ojos que no ven, corazón que no siente". Esta es una insidia contra los ciegos, los tuertos e incluso los miopes. Los que no ven, ¿no sienten? ¿Los ciegos son insensibles? Borges, que era ciego, ¿no sentía? ¿No será lo contrario: que el corazón siente aún más cuando no pueden ver los ojos? Por lo demás, cualquier celoso (bienvenido al club) sabe que a veces se sufre más por lo que no se ve (pero se imagina) que por lo que realmente se ve.

"Perro que ladra, no muerde". Falso. Me consta que hay perros que ladran y muerden. Puedo enseñar la cicatriz.

"A buen entendedor, pocas palabras". ¿Y por qué entonces la Biblia tiene tantas páginas? ¿Y por qué El Quijote es tan excesivamente largo? ¿Y por qué el sermón de las tres horas dura tres condenadas horas?

"Genio y figura, hasta la sepultura". Genio, tal vez; pero figura, bien difícil, porque con los años uno engorda y se encoge y la figura inexorablemente se echa a perder.

"A caballo regalado, no se le mira el diente". Imposible de cumplir. Cuando me dan un regalo, lo primero que hago es ver si ya lo tengo, si me conviene, si me quedará bien, si no será mejor cambiarlo por otra cosa.


"En boca cerrada no entran moscas". Esto es fascismo puro. La gente debe expresarse, no estar callada. Además, nunca he visto a alguien que por estar hablando termine con una mosca en la boca. Nunca he visto que se le meta una mosca en la boca a un cantante o a un político o a un cura. De ser cierto, Fidel Castro y Hugo Chávez deberían escupir o defecar millones de moscas. Yo mismo he abierto la boca mucho más de lo aconsejable y nunca se me ha metido una mosca, a pesar de que los estudios de televisión en los que he abierto tanto la boca (y no siempre para hablar) estaban llenos de moscas y moscardones.

"Mal de muchos, consuelo de tontos". Mentira. Mal de muchos, consuelo de los más listos e inescrupulosos. El bicho humano suele celebrar la desgracia ajena y a menudo lucrar con ella.

"Contigo, pan y cebolla". Sí, claro. Esto dura sólo el primer año de romance. Después te arrojan las cebollas en la cara.

"No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy". Abominable apología del estrés. Si puedes hacerlo hoy pero no te apetece o te abruma, déjalo para mañana. No trates de hacer todo hoy. Ve despacio. Deja algunas cosas para mañana.
Fuente: http://pronepsa.galeon.com/productos1284701.html

martes, 10 de noviembre de 2009

Cracking crème brûlée with a spoon… las pequeñas delicias de la vida.

Cuál es tu Crème Bruleé?


Siempre podemos contar con que en nuestras vidas hay pequeños y deliciosos instantes que nos hacen esbozar una sonrisa. Todo aquel que ha visto la película Ameliè sabe a lo que me refiero.

Nuestros "crème bruleé" son tan diferentes y complejos como cada uno de nosotros, pueden ser tan distintivos como una huella dactilar; y para lo que a unos puede representar uno de los momentos más placenteros de la vida, para otros esa misma situación puede resultarles insignificante.

Yo tengo mis "crème bruleé" favoritos, definidos e identificados, algunos de ellos son parte del azar, es decir, cuando disfruto de ellos es por que el universo se alineó para que yo pudiera tener la dicha de vivir ese momento, y otros perfectamente puedo generarlos por mí misma.

Estos son algunos de mis "crème bruleé", espero que los disfruten y que tal vez se sientan identificados con algunos de ellos:


1. Lograr encontrar el nombre de una canción que han buscado por años y oírla todo el día hasta que los oídos sangren dulcemente.
2. Comer palomitas de caramelo.
3. Oler las manzanas rojas en el supermercado.
4. Manejar con las ventanas abajo mientras cantas una canción en una tarde soleada.
5. Oír de la boca de alguien que amas tu nombre, aún mejor si te llama por tu diminutivo.
6. Agarrar a las libélulas de la cola y luego dejarlas volar.
7. Caminar con tu perro sin rumbo fijo, sin preocuparte del tiempo.
8. Arrullarse en una hamaca en la playa tomando un mojito y fumando un cigarrillo.
9. Ir a una exposición de arte.
10. Sentir el olor de la tierra mojada.
11. Reventarle una espinilla a alguien.

12. Encontrar un pequeño chocolate en tu escritorio.
13. Caminar bajo un aguacero.
14. Llorar sin motivo alguno.
15. Caminar hasta la casa en vez de tomar el bus o llevar el carro.
16. Dormir sin cobija.
17. Que te digan que tienen una sorpresa para tí.
18. Pasar a comprarte el helado que has deseado toda la semana.
19. Ver a tus amigos en el mismo bar, a la misma hora, todos lo viernes y siempre tener de que hablar.
20. Escribir una dedicatoria en una tarjeta.
21. Pensar en quién puede ser tu amigo secreto.
22. Recibir una invitación a comer inesperada.
23. Leer algo que un amigo escribió y que te parezca maravilloso, de corazón.
24. Ver un partido de futbol con tu papá.
25. Reír hasta que sientas que el estómago está a punto de reventar.
26. Estirarse hasta más no poder.
27. Escuchar una canción y que te recuerde inmediatamente a alguien.
28. Ver fotos viejas en compañía de todos los viejos que salen en ellas.
29. Encontrarse con alguien que hace años no veías.
30. Encontrar plata en las bolsas del pantalón.

No es delicioso!?

lunes, 9 de noviembre de 2009

Supéralo!!

Aquellas cosas o situaciones que he podido superar recientemente

Me he dado cuenta en estas últimas semanas que casi de manera inconsciente he podido ir superando algunos "traumas" o situaciones que me producían molestia de alguna forma.

1. Puedo ir a guardar el carro todas las noches y caminar los 200 metros que me separan de mi casa sin pensar en que el bicho raro que me salió la vez pasada y me tocó aparezca en escena (aunque mis compañeros y amigos me molestan y dicen que más bien ando buscándolo).

2. Puedo decir que no cuando realmente lo pienso, esto ha facilitado mi vida. Claro no he podido decir que no en el momento justo todas las veces. Estamos en proceso.

3. He aprendido a decirme a mí misma cuando una persona no es de mi agrado y punto, no hay grises que valgan en este tema: si es persona non grata, lo es y se acabó, no tengo por que tratar de ser agradable con alguien que no lo es conmigo.

4. He aprendido a tener los pensamientos más pervertidos e indecentes conmigo misma, sin censura y sin previo aviso.

5. He podido superar, en sus primeras etapas, el problema de inseguridad que nos aqueja a la mayoría de las mujeres frente a los hombres. Este es un problema que normalmente se acentúa cuando alrededor pululan otras mujeres. No nos creemos tan bellas o interesantes para llegar a ser el centro de atención, pues bien he aprendido, o más bien, me he decidido a mostrar lo bella que soy, por fuera y por dentro!. Si no me amo yo, quién más va a poder hacerlo!?.

6. Ya superé mi miedo a comer chifrijo con aguacate. Biennnn!!

7. He superado en un 70% el miedo a lo que digan los demás!, si sigo así pronto me valdrá un pepino...

8. He superado la idea de que estamos en crisis y que no podemos escoger a los hombres. He decidido no hacer caridad...

9. He superado la idea de que una mujer no puede dar el primer paso cuando se interesa en un hombre (de hecho esto es algo que superé hace muchos años).

10. He superado la mentalidad de otras mujeres expresando mi femeneidad alternativa al máximo: no tengo que vestir de rosa para que sepan que soy niña, me gusta el futbol, las luchas y los night clubs; puedo sin temor sentar a una mujer en topples en mis piernas y estar deseando estar con el hombre que está a la par, si señoritas, estoy segura de mi sexualidad y si te toco una nalga no es por que me gustas, es que quería saber si andabas relleno...

Vulcana & Charmion

Que la fuerza nos acompañe!

Existen diferentes tipos de fuerza en una mujer. Está la fuerza que se ve canalizada por medio de una personalidad absorbente e imponente, la sientes cuando ves a una mujer cuya sola presencia es mágica, ilumina el lugar donde llega.

Está la fuerza que se canaliza por medio de la paciencia, la obediencia y la subordinación, esta es la fuerza de las mujeres que todo lo aguantan y todo lo resisten, muchas de nuestras abuelas, tias y madres vivieron bajo la influencia de esta fuerza.

También existe la fuerza bruta, la fuerza física. Muchas mujeres con extraordinaria fuerza en los años 1800 y 1900 eran realmente espectáculos circenses, de contextura gruesa y fibrosa, sin nunca dejar su delicadeza femenina.

Dos ejemplos sexy fuerza bruta fueron Vulcana y Charmion, cada una con una historia merecedora de ser conocida.

 Vulcana                                                                                                                 


Kate Williams (1875-1946), llamada en ocasiones Kate Roberts y mejos conocida cpor su nombre artísitca Vulcana, nación en Abergavenny, Monmouthshire. En compañía del strongman William Hedley Roberts, mejor conocido como Atlas realizó un tour por varios países de Europa y Australia, presentándose como The Atlas and Vulcana Group of Society Athletes.

Vulcana conoció a Atlas en un gimnasio de mujeres donde él corría, para ese tiempo ella tenía sólo 15 años. 
Ellos se enamoraron y aunque William tenía esposa e hijos decidieron huir juntos para nunca separarse por el resto de sus vidas.

Durante su vida Vulcana recibió el título de practicamente ser una heroína, llevando a cabo hazañas casi imposibles de creer. En 1888, a la edad de 13 años, detuvo un caballo descarriado en Bristol. Rescató a dos niños que se ahogaban en el río Usk en Julio de 1901, por lo cual recibió un premio en gratitud por su acción.


En el mismo año, Vulcana fue la primera en alertar a la policía de la desaparición de su amiga, Belle Crippen, que resultó con el arresto del esposo de la desaparecida.

El 4 de junio de 1921 Vulcana arriesga su vida para salvar a unos caballos, parte de un acto en el Teatro Garrick en Edimburgo. Salió del incendio con serias quemaduras en su cabeza. Por esta hazaña tambien fue galardonada.

Para los años 20s, Vulcana y Atlas residieron de forma permanente en Londres, y se retiran de las presentaciones en 1932.

1939 Vulcana es atropellada por un carro; a raíz de esta accidente sufre de daño cerebral pero se recupera parcialmente. Muere en 1946.

 Charmion                                                                                                              


Laverie Valle nace el 18 de julio de 1875, mejor conocida como Charmion ella fue una strongwoman y artista del trapecio.

Su fama se construyó basada en su memorable rutina del trapecio, donde hacía su entrada vistiendo un traje victoriano del cual poco a poco se iba despojando mientras realizabas diferentes gracia en el trapecio, hasta quedar en leotardo.


Claro está que para la época en la que debemos situarnos, principios de los 1900, un acto como este producía diferentes opiniones y un gran número de seguidores masculinos, sobresalía entre ellos el famosísimo Thomas Alba Edison.

Edison inclusive invitó a Charmion a protagonizar su corto de 1901 "Trapeze Disrobing Act" donde aparecen dos hombres aplaudiendo y atrapando la ropa que desde el trapecio Charmion se va quitando.

Muere de Santa Ana, California a la edad de 73 años.

Y que les parece!! en YouTube podemos ver el famoso corto de Charmion:

Fuente: Wikipedia