Qué es una MAN KILLER?

Una Man Killer es una mujer dinámica, enérgica, inteligente y decidida. Es la perfecta compañera para lograr las metas en común y tener libertad para lograr las personales.


Una Man Killer nunca será sumisa ni torpe al hablar, su voz es fuerte y decidida, sabe lo que quiere, lo que le beneficia y sabe cuando dejar atrás lo que no la ayuda a ser mejor.

Como todos una Man Killer tiene sus días malos, pero de ella misma depende de que solo sea eso, un día...


miércoles, 30 de diciembre de 2009

Simplemente no te quiere

Sinceramente nunca vi la película que se entitula Simplemente no te quiere, tampoco busqué información referente a dicha película con el objetivo de no sesgar lo que pienso de esta frase.

Hoy precisamente mientras tomaba junto a dos amigos una coca dieta, uno de ellos, dando respuesta a una de mis comunes interrogantes y quejas acerca de la naturaleza romántica masculina, me declamó esta frase: Simplemente no te quiere.

Obviamente la frase, cual cólico, ha estado viajando en mi organismo desde que fue exhalada y no ha dejado de provocarme cierto malestar.

Es ruda, claro, es directa, por supuesto!, es definitiva, indudablemente!; es una frase corta-alas, mata-sueños, pisa-ilusiones, es una frase bestial.

Si te pones a analizarla, esta frase es una amenaza latente, que si no se maneja con cuidado y que si se detona a diestra y siniestra puede acabar con miles y miles de mujeres emocionalmente inestables, puede extinguir de manera abrupta los amores platónicos y puede acabar por completo con los sueños mojados de millones de mujeres soñadoras e ilusionadas. Estaríamos presenciando, y admito "cierto" matiz de dramatismo, el holocausto de la ceguera romántica femenina; y es que definitivamente hay que estar ciega para no entender cuando un hombre Simplemente no te quiere; pero que sería de nosotras si no fueramos capaces de ver potencial en las causas pérdidas?, probablemente la gran mayoría seríamos mujeres solteras.

Simplemente no te quiere es algo así como una patada directa a las costillas, como un trago de "gotas amargas", como un batazo en la nariz, como un pelón en la rodilla.

Simplemente no te quiere es la forma más inhumana de notificarle a una mujer enamorada lo que todo el mundo sabe menos ella (que no la quieren), es la decepción hecha frase, es la forma más descorazonada de darle fin a un cúmulo de esfuerzos realizados por la desdichada para hacerse notar y para agradarle al susodicho.

En mi caso particular la frase me hizo sentir como cuando te cierran la puerta del carro justo en el dedo. Me dejó sin argumentos para defender mi punto de vista ante la usual inconsistencia del actuar del sexo masculino en el proceso de conquista. La frase me hizo sentir chiquitita, insignificante, casi en ese momento podría haberme encerrado en mi monedero y esperar a que pasara la vida.

Sin embargo puedo asegurarles que dicha frase, en esta situación en particular no va a producir repercusiones más allá de las sentidas en el justo momento; claro está, no puedo garantizarles que suceda lo mismo si se invoca la frase en otro contexto.

Simplemente no te quiere debería ser una frase destinada a ser pronunciada ante situaciones de extrema y enfermiza obsesión, donde la situación adopte un matiz estilo Atracción Fatal, y lo que se busque es hacer entrar en razón a la obsesiva fémina con un arma verbal.

Simplemente no te quiere, manéjese con cuidado.

martes, 29 de diciembre de 2009

NO a los tiempos muertos

Son tan tentadores los momentos de total sedentarismo, ya sea forzado o premeditado para ponerse a pensar!.

Es tan basto, impecable y neutro el lienzo del ocio, del descanso mal administrado, del no hacer nada, que es inevitable pasar a su lado y no rayarlo un poco.

Es inevitable no propinarle una cachetada a la pereza, meterle la mano por debajo de la enagua a la neutralidad para hacerla saltar estrepitosamente. No hay nada de mágico, de interesante y provechoso en no hacer nada. El no hacer nada es literalmente eso, es algo así como un espacio en blanco en un carrucho de cinta, es el guindo que nos espera en un puente a medio terminar, es cero actividad, del tipo que sea.

Tal vez por ciertos lapsos nos sintamos a gusto y dejemos resbalar por en medio de nuestros dedos, labios y pechos litros y litros de tiempo, sin preocuparnos ni siquiera por el derramamiento producido; pero luego de un tiempo nos damos cuenta que ese tiempo se ha evaporado y que ahora lo necesitamos, que no era tiempo de sobra, solo mal empleado por nosotros.

Los que en este momento estén pensando que realmente me equivoco y que si se puede pensar en este "tiempo muerto" como algo provechoso me aterran. El tomarnos un tiempo para descansar no debe ser sinónimo de convertinos en un ente vegetal, ni compararlo con un periodo de invernación, debe ser definido como un espacio para nosotros mismos, para los que amamos si así lo queremos y para pensar, reflexionar.

Esto que he denominado "tiempo muerto" no es más que un placebo ante nuestra necesidad de desconectarnos del mundo, luego de un terrible año en el trabajo, o un decepcionante periodo de romances infructuosos, o de "vacas flacas", o cualquier otro asunto que nos consuma valiosas neuronas en círculos viciosos donde nos martirizamos a nosotros mismos sin plantearnos soluciones. Al final, este placebo se convierte en la enfermedad en sí, ya que ese tiempo no fue invertido en modificar aquello que me está pellizcando la nalga o en la búsqueda de otras "pasiones" que me permitan reducir la amargura que me producen mis propias frustraciones.

Normalmente cuando contamos con algún tiempo para nosotros mismos no somos capaces de dedicárnoslo de manera que sea un tiempo de calidad y productivo.

Cuántos de nosotros hemos parido brillantes ideas que nunca ejecutamos en nuestros periodos de ocio?

Cúantos hemos realmente dedicado nuestro tiempo de descanso para pensar en cómo tomar una nueva postura ante la vida, en cómo mejorar alguno de los procesos implícitos en las actividades que realizamos a diario, en cómo dar unas pinceladas de reingeniería a nuestras vidas?.

Creo que todos lo hemos hecho, muchos ni siquieran se han dado cuenta de que lo hacen, pero el mayor problema está en que la mayoría de nosotros nunca ejecutamos las acciones que mentalmente definimos como detonadores del cambio; aveces nos convertimos en nuestros propios saboteadores en la busqueda del mejoramiento continuo.

Obliguémosnos a aprovechar los tiempos de ocio y llevémoslos a un nuevo plano, convirtámoslos en tiempo vivos, llenos de grandes ideas, de grandes cambios, desechemos las ideas anticuadas, cuadradas y cambiémoslas por unas más frescas e innovadoras.

No desperdiciemos el potencial que hay en cada uno de nosotros, refresquemos nuestra fachada intelectual, nuestra presentación espiritual, adoptemos una nueva costumbre, eliminemos un vicio, lo único que se debe de hacer para iniciar un cambio es plasmarlo a nivel del pensamiento y luego extrapolarlo a nuestra realidad.

Debemos sentir la necesidad de análisis en momentos de la vida que nosotros mismos definamos, para poder evaluar si realmente estamos avanzando hacia el logro de nuestras metas o si en algún momento nos hemos desviado; es aquí donde podemos aprovechar los ratos de ocio que nos facilitan un espacio para la reflexión, para la autoevaluación.

domingo, 20 de diciembre de 2009

Sin título

Madre se sentó cuidadosamente en la mecedora que esta junto a la ventana de su habitación para no arrollarse las medias. Necesitaba tiempo a solas para meditar acerca de un tema que la tenia un tanto preocupada.


Ella sabia que lo mejor que podía darle a su pequeño retoño, que no cumplía ni tres días de vida en este mundo, era un hermoso nombre. Ese nombre, pensaba madre, tenía que ser una especie de escudo para la niña, ante las eventuales crueldades del mundo. No era justo pensar o concluir que la niña merecía un nombre extraño o soez que le hiciera juego con su realidad física.

No, la niña merecía un nombre acaramelado, aterciopelado, un nombre casi angelical.

Madre se había pasado varias horas en el hospital y otras ya en su casa creando una sustanciosa lista de nombres para su hija. No estaban listados en un orden específico, ella los anotó tal y como venían a su mente o tal y como la gente se los dictaba.

La lista era de aproximadamente 400 nombres, 413 para ser exactos, ni uno más, ni uno menos.

Nadie mas que ella veía la lista, escoger el nombre era una labor titánica delegada solo a madre, padre era un cero a la izquierda en estos casos, y de aquí en delante de hecho lo siguió siendo en cualquier tema referente a la niña.

Madre se exasperaba cada vez que alguien le preguntaba por el nombre de su pequeña, el signo físico mas visible de su incomodidad ante tal pregunta era el color rojizo que en sus mejillas se impregnaba. Cuando alguien osaba preguntar por el nombre que ella aún no había podido encontrar, bajaba la mirada y sentía como dos calderos ardían dentro de sus mejillas. Ella en esos momentos deseaba arrancar las cabezas, tirar de los bigotes o revolver las cabelleras de todos los inoportunos, pero solo se limitaba a no parecer grosera y después de una nerviosa reverencia alejarse casi a trote.

Nadie entendía la actitud de madre ante la pregunta, ni tampoco entendían por que no dejaba que alguien aparte de su familia pudiera ver a la niña. Siempre la veían pasar con la niña en brazos hacia el templo para participar de la primera misa de los domingos, la que el párroco celebraba para todos aquellos que dormían durante el día y trabajaban en la noche o para los que los remordimientos de conciencia los atormentaba a tal punto de no dejarlos dormir.

Cualquiera podría pensar que madre ocultaba a su hija por vergüenza, pero no era así. Madre amaba a su hija y sentía unas enormes ganas de mostrarle el mundo, que disfrutara de él, pero sabía que debía dotarla de un nombre fuerte, bello y melodioso que la ayudara a llevar su inminente y profético calvario. De todos modos hasta este punto madre no podía darle mayor regalo a su hija que un nombre que la llenara de alegría y calma.

La lista de nombres, escrita en una hoja de papel, tras varios meses de doblarse y desdoblarse se estaba partiendo en dos. Las puntas estaban abolladas y las palabras poco a poco se hacían menos legibles.

Un día madre horrorizada se dio cuenta de que los nombres 127, 128, 129 y 130 ya no se podían leer. Esa noche lloró desconsolada pensando que tal vez el nombre que ella necesitaba se había esfumado entre las arrugas del viejo papel. Padre al no saber que hacer con la angustia de su mujer decidió dormir en el sofá del cuarto de descanso.

La catarsis que madre experimentó al ahogarse en lágrimas y llanto desmedido durante toda la noche le permitió despertar con un brillo peculiar y una paz abrumadora, venía a bien aplicar aquel dicho que dice que después de la tormenta llega la calma.

Madre se levantó de un salto de la cama y la hizo, luego entró rápidamente a la ducha y terminó su proceso purificador enjuagándose las telarañas, luego buscó el vestido amarillo que padre le regaló y que no se ponía desde hacia varios meses debido a su gran barriga de embarazo. Padre y madre no sabían que el día en que madre utilizó por ultima vez ese vestido engendraron a la niña que aún dormía apaciblemente en el cuarto de al lado. Podríamos concluir que algo llamado el sentido femenino pudo haber mediado en la decisión de madre de ponerse ese vestido.

Padre veía pasar a madre de un lado al otro y casi podía jurar que una que otra vez hizo alguna pirueta.

Madre tomó la lista de nombres, se sentó en la cama, cubrió sus pies con los vuelos del vestido, los cuales acomodó de tal manera que parecía que de su cintura se desplegaban enormes pétalos amarillos y comenzó a repasar los nombres de su lista, como si los revisara por primera vez.

Dos horas después padre se percató de que la niña aun seguía dormida y que madre no chistaba. Se acercó un poco temeroso a la puerta de su recamara, él sabía que su mujer en los últimos meses luego del parto se había comportado muy extraña y que su estabilidad emocional podría romperse en cualquier momento. Siendo sincero consigo mismo, le aterrorizaba la idea de encontrar a su mujer muerta.

Cuando al fin logró colocarse en el umbral de la puerta y observar hacia el interior de la habitación sintió como cuando de niño de un susto se tragaba un dulce. Madre estaba radiante, angelical, hermosa, la luz que entraba por la ventana se fusionaba con su cabello, era imposible ver donde empezaba la luz o su cabellera, eran uno. Olía a nísperos recién cortados del huerto.

Cuando padre se acercó para verla con mayor detenimiento ella acercó su rostro al de él y de inmediato abrió sus manos, dejando volar cientos de pedacitos de papel que se dispersaron por todo el dormitorio. Padre levantó la mirada y vio con un poco de temor como los diminutos papeles, que íntegros formaban la hoja de la lista de nombres, se depositaban en diferentes lugares, unos inclusive se arruinaban al caer en una fuente de agua que estaba sobre el tocador o en el cenicero que estaba en la mesa de noche del lado de padre.

Padre pensó que de una manera bastante sublime su mujer había enloquecido.

Madre le dijo a padre que ya no ocupaba mas de la lista que 4 meses atrás era lo que la anclaba a la vida, ya tenía el nombre perfecto para su hija, la búsqueda había terminado.

Padre dio un paso atrás haciendo crujir las hojas del diario que cayó de sus manos al entrar a la habitación, sin volver la vista atrás, solo con sus manos ubicó los descansa brazos de la mecedora que está a la par de la ventana y se sentó a la expectativa de lo que su mujer le iba a revelar: el nombre de su hija.

20 minutos transcurrieron antes de que de los labios de madre se desbordara el nombre de su primogénita. Cuando lo escuchó sintió como las cinco letras de su nombre se bordaron una por una en su pecho, 2 centímetros debajo de su tetilla izquierda.

Luego de eso, se quedó frio. La tarea que madre le delegó después fue toda una sorpresa, sin embargo él estaba ansioso por llevarla a cabo. Estaba casi seguro que el nombre de su hija tenía una especie de magia, y si cumplía con la tarea de ir hasta la cuna de su hija y susurrarle su nombre, era probable que lograra erradicar lo que la hacia diferente. Que más prueba de ello podía tener al ver a su mujer radiante como antes, luego de verla casi al punto del suicidio o la reclusión con sólo haber encontrado el nombre perfecto.

Padre caminó con paso firme hasta la habitación de al lado.

Ahí estaba ella. Ante los ojos de él su hija era algo así como un ser mitológico, irreal, ambiguo, pero él tenía el conjuro mágico para que emergiera de ese insignificante capullo una verdadera mariposa. Padre se inclinó y cerró de manera instintiva los ojos al estar casi a punto de rozarle la mejilla, luego entreabrió un poco un ojo solo para buscar su oído.

Padre tomó aire de todos los rincones de su cuerpo y lo exhaló pausadamente, mientras que, enredadas en esa infinita exhalación, se escucharon las letras del nombre de su hija: Sofía.

No sucedió nada, absolutamente nada.
Para la plana y escuálida percepción de padre no sucedió nada, sin embargo, una corriente electrica había atravesado todo el cuerpo de la pequeña en unos pocos segundos; aquel nombre era algo así como un segundo soplo de vida, como un detonante para comenzar a vivir.

Sofía abrió lo ojos, impulsada por el susurro de su padre y llena de regocijo deseaba poder expresar lo que sentía, poder agradecerle a su progenitor el haberle regresado del limbo.

Entonces Sofía quiso cantar, con todas sus fuerzas dejar salir una azucarada nota musical para adornar su alegría. Sofía comenzó a mover frenéticamente sus diminutos brazos y pierna, desorbitó sus ojos y con toda su energía chilló.

Padre, horrorizado ante tal espectáculo se separó abruptamente de la cuna, tropezó con algunos muebles y buscó con sus manos enormes y sudorosas el marco de la ventana, sentía que le faltaba el aire y que una sensación nauseabunda le amargaba la garganta.

Sofía no notó la reacción de su padre, era muy pequeña para hacerlo, solo notó un martillante cosquilleo en sus manitas, algo así como las burbujas que madre agregaba al agua cada vez que le daba un baño. Lo demás era silencio.

Madre no pudo bloquear por mucho tiempo el paso frente a la puerta principal y tuvo que apartarse del camino de padre, quien a galope desapareció en la espesa lejanía. Ella no entendía que le pasaba a su esposo, solo que al ver su rostro prefirió dejarlo ir, parecía como si tuviera varias horas sin respirar.

Cuando madre llegó al final de la escalera podía escuchar a Sofía haciendo tremendo escándalo. La nena reía y balbuceaba como nunca antes lo había hecho, soltaba riquísimas palmadas y golpecitos a todo lo que en la cuna encontraba, luego doblaba el dedo índice de su mano derecha y lo mamaba mientras seguía balbuceando. Pasó una hora más en que madre contempló a la pequeña y decidiera bañarla.

Definitivamente había magia en ese nombre y el olor a nísperos recién cortados del huerto se intensificó de manera misteriosa.

CONTINUARA...

jueves, 17 de diciembre de 2009

Venta de Garage

Muchas gracias por visitar mi venta de garage, espero que adquieran algo de lo que he puesto a la venta.

Pasen adelante!.

Sólo les doy algunas indicaciones que deben seguir durante su estancia aqui:

1. Usted fija el precio a pagar por el artículo.
2. No se aceptan devoluciones.
3. Si lo quiebra lo paga.

Ahora si, puede usted empezar a disfrutar de la venta, que se divierta!:

LISTA DE ARTICULOS

1. Par de manos de palma callosa en el nacimiento de los dedos, de gran agilidad y dispuestas a darse cuando se necesite. Un plus de estas manos es la destreza para el dibujo.
2. Un par de abrazos no correspondidos,aún con etiqueta y acolchonados.
3. Un dolor agudo para colocar donde desee. Ideal para aquellos que quieran sentir que están vivos.
4. Una caja con media docena de sonrisas. Algunas estan quebradas pero pueden ser remendadas y se negocia el precio. Mantienen su brillo natural.

5. Una piel erizada por la cercanía de alguien, se vendieron muy bien la venta pasada, solo me queda una.
6. Dos frascos de sarcasmo verbal con su respectiva boca. Nunca salga sin el suyo.
7. Un juego de beso apasionado con ojos cerrados y corazon palpitante. Este si es una ganga.
8. Un sobre de hipo aniquilante de medianoche. Ideal para aquellos que requieran pasar despiertos toda la noche.
9. Una nariz fría con su respectivo estornudo. Ya no se venden sin receta médica en la mayoria de lugares.
10. Un par de chillidos de alegría y un silbido acogedor.
11. Un par de muslos gruesos, ideales para trabajos pesados.
12. Un par de espinillas para recordar la juventud. No incluyen tratamiento.
13. Un paquete de pestañas melancólicas.
14. Una caja de frases no usadas.
15. Una botella de lágrimas desperdiciadas.
16. Un tarro de malas decisiones en conserva.
17. Un juego de 8 frascos de vidrio para exhibir hombres (los hombres de mi vida).
18. Un cólico recién hecho.
19. Un metro de paciencia.
20. Frasco con esencia de amor. A precio de oferta. 
21. Un kilo de besos de azúcar.

Espero que hayan comprado algo de lo que ofrezco.
Los espero pronto.
Por favor pasen a la caja a cancelar su compra.
Gracias!.

Cómo domesticar a un hombre

Admito que el título puede resultar ofensivo para los hombres, de hecho suena tan ofensivo como las "pequeñas bromas cotidianas" que sin analizar su nivel de agresión e irrespeto decimos a diario de los homosexuales, los obesos, los pobres, los negros, los chinos, los gallegos, los que padecen retardo mental, las mujeres, los maiceros, los inadaptados, los viejitos, los politicos, los arbitros, los geeks, los feos, los tartamudos, los orejones, los narizones, los extranjeros, los nicas, etc, etc, etc.

Me disculpo entonces por el término empleado, pero creo que es el que mejor define lo que quiero expresar.

Por otro lado, no debe relacionarse, y excluir de manera tajante otros significados, el termino domesticar con animales, domesticar en un sentido más amplio involucra a los propios seres humanos.

Somos domesticados para ser aptos de vivir en sociedad, somos domesticados y nos programan para ser buenos esposos, buenas trabajadoras, buenos amigos y muchas otras más conductas empaquetadas.

Pero volviendo al tema de los hombres... no son acaso hermosos???

Son como un diamante en bruto, como la perla que necesita se engarzada en un hilo de oro, como un trozo de plasticina que pide a gritos ser moldeada. Pero a su vez estas ternuras vivientes son brutos como el duro diamante, inestables como una perla balanceadose en un hilo de delgado oro y amorfos sentimentalmente como un trozo de plasticina hecha de retazos multicolores.

En el fondo son buenos, solo necesitan un poco de ayuda, un poco de domesticación.
Los hombres se quejan de que no entienden a las mujeres, pues debe ser dificil entender a alguien cuando no te entiendes a ti mismo. Los hombres pueden ser tan complejos y cautivadores como una mujer.

Cuando un hombre logra ese nivel de femeneidad controlada es un hombre de cuidado.
Hay varios puntos que nosotras las mujeres debemos entender antes de comenzar a domesticar a los hombres a nuestro alrededor:

1. Los hombres no saben ser intrigosos: los hombres dicen no cuando es no, no como las mujeres que decimos no por que sabemos que esa negación acarrea una serie de consecuencias totalmente mentalizadas, speradas e influenciables.

2. Los hombres no saben ser románticos: claro esta hay excepciones, en la mayoría de las situaciones de la vida hay excepciones. Pero hay que decir que la mayoría de los hombres cuando tratan de ser románticos son excesivamente melosos y expresan su amor de formas poco glamorosas y un poco vergonzosas. No han podido leer a la mujer, a la que le gustan las cosas simples y espontáneas.

3. Los hombres no saben ser congruentes: son excelentes para comportarse como un amigo un día y el otro como el amante empedernido sediento de amor, para despues, al dia siguiente seguir siendo el amigo de actividades sociales. No hay congruencia en sus actos, no hay continuidad de ideas.

4. Los hombres no saben que es lo que queremos: no son capaces de leer entre líneas, ellos son bidimensionales. Tienes que ser lo suficientemente directa para que no haya ruido en el mensaje que quieres transmitirle.
Continuará...

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Los hombres de mi vida

Durante uno de esos rutinarios viajes de regreso a mi casa, después de un dia de perros y una extenuante pero placentera clase de kick me dediqué a masticar ciertos pensamientos, mientras aun resbalaban algunas gotas de sudor por en medio de mi espalda y mi cabello desesperado pedia a gritos un peine.

Y es que mientras se maneja no hay mucho que se pueda hacer que no te haga perder la concentración en el camino, incluso ponerse a pensar es peligroso, los pensamientos extremadamente profundos te pueden absorber temerariamente al punto de olvidar que vas por una pista a 100km.

Esta vez, como muchas otras, me propuse ser sincera conmigo misma y no autocensurarme como en ocasiones pasadas, y me puse a pensar en los hombres de mi vida.

Era necesario inventarear todos aquellos individuos que en algún momento pusieron mi mundo de cabeza, todos al mismo tiempo o en épocas o vidas pasadas.

Si los hombres de mi vida, si, en plural, si son más de uno; todos de diferentes tamaños, colores y sabores, todos únicos, imperfectos, cautivadores, adictivos y defectuosos. Cada uno era un modelo totalmente diferente al siguiente, cada unos se merecía un espacio especial en un anaquel donde se pudieran exponer.


Cada uno de ellos provocaba meterlos en un frasco y poder admirarlos cada vez que se me antojara, claro está que a cada frasco le haría unos agujeritos en la tapa para que puedan respirar, la idea no es matarlos, por ahora.

Mentalmente los alineé, sin más orden que el que la memoria me dictaba. Ahí estaban todos, hermosos, terriblemente embelesadores, horriblemente adorables e insoportables.

Podía ver a cada uno dentro de los lustrosos frascos de cristal, aislados del mundo, lejos de mi, lejos de poder afectarme de alguna manera, fue entonces cuando me dediqué a verlos uno por uno:

En el primero estaba aquel que me juraba amor eterno, aquel que es perfecto, adorable, cálido, dulce. Aquel que es toda paciencia y caramelo.

Él es el ancla de mi locura, es la felicidad de lo concreto. Es el buen sabor de la estabilidad.

Es aquel que no me corta las alas, solo las acaricia y de vez en cuando me dobla tiernamente una, haciéndome revolotear en círculos al ras del suelo.

Él es el amor más no la pasión ciega, él es el aroma del compromiso serio e infinito que me ahúma la garganta y no me deja gritar.

En el segundo frasco está aquel que es la locura pura, mi perdición.


Es aquel que me hace olvidar que existen los límites, las heridas y las lágrimas. Con él todo es gravedad cero.

Es espíritu hecho intelecto, él tiene sabor agridulce.

Él no es todo lo que he deseado, nunca lo será, él me deslumbra con su humanidad y me aterroriza con su misterio.

Él es una manzana envenenada, suculenta y mortal.

Es la fuerza que me desinhibe, que me desnuda y que luego me golpea con su inestabilidad.

Cada vez que lo inhalo disfruto de mi parte oculta, cada vez que lo inhalo pierdo la cabeza y de golpe me ataca la incertidumbre y la soledad.

En el tercer frasco está la amalgama entre lo cautivador y lo irreverente. Él es la caja de pandora, es una dulce incógnita, es la intriga que reside en mis labios, vírgenes frente ante los suyos.

Él es el intocable, el seguro, el soñador. La rebeldía, la irreverencia y su prosa son sus armas de seducción, una frase suya me derrite como el hielo al sol. Él me provoca, me lleva hasta el límite, me envuelve en un juego de palabras, exponiendo cual pavo real su exquisita retórica..

Él es aquel incapaz de hacerme feliz, el que nunca podrá caminar a mi lado, el que nunca será capaz de entenderme.

Él es una postal preciosa de las que nunca se envían, solo se guardan.

En el cuarto frasco está mi amor de mentiritas.

Él es aquel al que le he declarado mi ficticio amor como a ningún otro.

A él lo he perseguido hasta el fin del mundo de ida y regreso sin amarlo.

Él es aquel que no sabe amarme, que no sabe quererme.

Es aquel que llega tal eclipse, me besa y desaparece.

Es aquel que nunca supo ser ni amante, ni amigo, ni mascota.

En el quinto frasco está mi amor de mandarina.

Él es la frescura de la juventud y el yugo de la inexperiencia.

Él es una espinita encarnada, un beso de azúcar, un cuerpo aterciopelado con olor a menta.

Él es aquel que no supo manejar su pasión, es aquel que fue atropellado por su inmadurez.

A él nunca lo amé, ni lo amaré, sin embargo permanecerá en mi mente como aquel que aunque fuera por un segundo pudo sacudir mi mundo.

En el sexto frasco está la tentación.

Es aquel que despierta mis sentidos, que dilata mis pupilas y regocija mi corazón.

Él es quien condimenta las tardes sofocantes de verano y las de lluvia en invierno, es una botella de exquisito vino.

Él es la madurez y la inocencia desmedida, la vida se le escapa por los ojos, y el corazón se le desborda por los poros.

Él es una interrogante, un enigma empachador. Es una brisa fría de diciembre, es una melodía que nunca antes había escuchado.

Él es quien me arranca una sonrisa para coserla en el cuello de su camisa.

Él es el destello de luz que no ilumina mi esencia, no es la estrella fugaz de mi firmamento, no es la compañía sublime que busco con esmero, pero es un tesoro invaluable.


En el séptimo frasco está aquel que apareció como un pequeño soplo de tempestad.

Él es aquel que abrió su corazón de par en par, mientras sus manos le temblaban.

Es aquel que me hizo llorar por dentro y sonreír por fuera, el que me enseñó aquello que atesoraba con recelo, lo puso en mis manos y confió en que no lo dejara caer y romperse en mil pedazos.

Él es un extraño, un acompañante en mis sueños, un valiente soldadito de plomo. Él tiene la mirada sincera y besos con tortuoso sabor a alegría.

Queda un octavo frasco, luminoso y transparente como los demás, pero en él no hay nada, en él estoy yo, sentada, sin ver hacia los demás frascos, solo viendo hacia el horizonte, esperando tal vez que al llenar el octavo frasco no tenga necesidad de salir de él, y quiera quedarme ahí por toda la eternidad.

Cuando me percato ya estoy llegando a mi casa, casi por arte de magia y gracias ala divina providencia sin más percances que los sucedidos en mi cabeza, causados por ese pintoresco músculo rojo y bombeante que asinado en mi pecho se aliada con mi cerebro para hacerme la vida de cuadritos.