Qué es una MAN KILLER?

Una Man Killer es una mujer dinámica, enérgica, inteligente y decidida. Es la perfecta compañera para lograr las metas en común y tener libertad para lograr las personales.


Una Man Killer nunca será sumisa ni torpe al hablar, su voz es fuerte y decidida, sabe lo que quiere, lo que le beneficia y sabe cuando dejar atrás lo que no la ayuda a ser mejor.

Como todos una Man Killer tiene sus días malos, pero de ella misma depende de que solo sea eso, un día...


miércoles, 16 de diciembre de 2009

Los hombres de mi vida

Durante uno de esos rutinarios viajes de regreso a mi casa, después de un dia de perros y una extenuante pero placentera clase de kick me dediqué a masticar ciertos pensamientos, mientras aun resbalaban algunas gotas de sudor por en medio de mi espalda y mi cabello desesperado pedia a gritos un peine.

Y es que mientras se maneja no hay mucho que se pueda hacer que no te haga perder la concentración en el camino, incluso ponerse a pensar es peligroso, los pensamientos extremadamente profundos te pueden absorber temerariamente al punto de olvidar que vas por una pista a 100km.

Esta vez, como muchas otras, me propuse ser sincera conmigo misma y no autocensurarme como en ocasiones pasadas, y me puse a pensar en los hombres de mi vida.

Era necesario inventarear todos aquellos individuos que en algún momento pusieron mi mundo de cabeza, todos al mismo tiempo o en épocas o vidas pasadas.

Si los hombres de mi vida, si, en plural, si son más de uno; todos de diferentes tamaños, colores y sabores, todos únicos, imperfectos, cautivadores, adictivos y defectuosos. Cada uno era un modelo totalmente diferente al siguiente, cada unos se merecía un espacio especial en un anaquel donde se pudieran exponer.


Cada uno de ellos provocaba meterlos en un frasco y poder admirarlos cada vez que se me antojara, claro está que a cada frasco le haría unos agujeritos en la tapa para que puedan respirar, la idea no es matarlos, por ahora.

Mentalmente los alineé, sin más orden que el que la memoria me dictaba. Ahí estaban todos, hermosos, terriblemente embelesadores, horriblemente adorables e insoportables.

Podía ver a cada uno dentro de los lustrosos frascos de cristal, aislados del mundo, lejos de mi, lejos de poder afectarme de alguna manera, fue entonces cuando me dediqué a verlos uno por uno:

En el primero estaba aquel que me juraba amor eterno, aquel que es perfecto, adorable, cálido, dulce. Aquel que es toda paciencia y caramelo.

Él es el ancla de mi locura, es la felicidad de lo concreto. Es el buen sabor de la estabilidad.

Es aquel que no me corta las alas, solo las acaricia y de vez en cuando me dobla tiernamente una, haciéndome revolotear en círculos al ras del suelo.

Él es el amor más no la pasión ciega, él es el aroma del compromiso serio e infinito que me ahúma la garganta y no me deja gritar.

En el segundo frasco está aquel que es la locura pura, mi perdición.


Es aquel que me hace olvidar que existen los límites, las heridas y las lágrimas. Con él todo es gravedad cero.

Es espíritu hecho intelecto, él tiene sabor agridulce.

Él no es todo lo que he deseado, nunca lo será, él me deslumbra con su humanidad y me aterroriza con su misterio.

Él es una manzana envenenada, suculenta y mortal.

Es la fuerza que me desinhibe, que me desnuda y que luego me golpea con su inestabilidad.

Cada vez que lo inhalo disfruto de mi parte oculta, cada vez que lo inhalo pierdo la cabeza y de golpe me ataca la incertidumbre y la soledad.

En el tercer frasco está la amalgama entre lo cautivador y lo irreverente. Él es la caja de pandora, es una dulce incógnita, es la intriga que reside en mis labios, vírgenes frente ante los suyos.

Él es el intocable, el seguro, el soñador. La rebeldía, la irreverencia y su prosa son sus armas de seducción, una frase suya me derrite como el hielo al sol. Él me provoca, me lleva hasta el límite, me envuelve en un juego de palabras, exponiendo cual pavo real su exquisita retórica..

Él es aquel incapaz de hacerme feliz, el que nunca podrá caminar a mi lado, el que nunca será capaz de entenderme.

Él es una postal preciosa de las que nunca se envían, solo se guardan.

En el cuarto frasco está mi amor de mentiritas.

Él es aquel al que le he declarado mi ficticio amor como a ningún otro.

A él lo he perseguido hasta el fin del mundo de ida y regreso sin amarlo.

Él es aquel que no sabe amarme, que no sabe quererme.

Es aquel que llega tal eclipse, me besa y desaparece.

Es aquel que nunca supo ser ni amante, ni amigo, ni mascota.

En el quinto frasco está mi amor de mandarina.

Él es la frescura de la juventud y el yugo de la inexperiencia.

Él es una espinita encarnada, un beso de azúcar, un cuerpo aterciopelado con olor a menta.

Él es aquel que no supo manejar su pasión, es aquel que fue atropellado por su inmadurez.

A él nunca lo amé, ni lo amaré, sin embargo permanecerá en mi mente como aquel que aunque fuera por un segundo pudo sacudir mi mundo.

En el sexto frasco está la tentación.

Es aquel que despierta mis sentidos, que dilata mis pupilas y regocija mi corazón.

Él es quien condimenta las tardes sofocantes de verano y las de lluvia en invierno, es una botella de exquisito vino.

Él es la madurez y la inocencia desmedida, la vida se le escapa por los ojos, y el corazón se le desborda por los poros.

Él es una interrogante, un enigma empachador. Es una brisa fría de diciembre, es una melodía que nunca antes había escuchado.

Él es quien me arranca una sonrisa para coserla en el cuello de su camisa.

Él es el destello de luz que no ilumina mi esencia, no es la estrella fugaz de mi firmamento, no es la compañía sublime que busco con esmero, pero es un tesoro invaluable.


En el séptimo frasco está aquel que apareció como un pequeño soplo de tempestad.

Él es aquel que abrió su corazón de par en par, mientras sus manos le temblaban.

Es aquel que me hizo llorar por dentro y sonreír por fuera, el que me enseñó aquello que atesoraba con recelo, lo puso en mis manos y confió en que no lo dejara caer y romperse en mil pedazos.

Él es un extraño, un acompañante en mis sueños, un valiente soldadito de plomo. Él tiene la mirada sincera y besos con tortuoso sabor a alegría.

Queda un octavo frasco, luminoso y transparente como los demás, pero en él no hay nada, en él estoy yo, sentada, sin ver hacia los demás frascos, solo viendo hacia el horizonte, esperando tal vez que al llenar el octavo frasco no tenga necesidad de salir de él, y quiera quedarme ahí por toda la eternidad.

Cuando me percato ya estoy llegando a mi casa, casi por arte de magia y gracias ala divina providencia sin más percances que los sucedidos en mi cabeza, causados por ese pintoresco músculo rojo y bombeante que asinado en mi pecho se aliada con mi cerebro para hacerme la vida de cuadritos.

2 comentarios:

  1. Estoy decidido! Yo compro el libro cuando salga!

    Flyer Cat

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  2. El primer ejemplar será para vos, autografiado y totalmente gratis! jajaja

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