Qué es una MAN KILLER?

Una Man Killer es una mujer dinámica, enérgica, inteligente y decidida. Es la perfecta compañera para lograr las metas en común y tener libertad para lograr las personales.


Una Man Killer nunca será sumisa ni torpe al hablar, su voz es fuerte y decidida, sabe lo que quiere, lo que le beneficia y sabe cuando dejar atrás lo que no la ayuda a ser mejor.

Como todos una Man Killer tiene sus días malos, pero de ella misma depende de que solo sea eso, un día...


domingo, 20 de diciembre de 2009

Sin título

Madre se sentó cuidadosamente en la mecedora que esta junto a la ventana de su habitación para no arrollarse las medias. Necesitaba tiempo a solas para meditar acerca de un tema que la tenia un tanto preocupada.


Ella sabia que lo mejor que podía darle a su pequeño retoño, que no cumplía ni tres días de vida en este mundo, era un hermoso nombre. Ese nombre, pensaba madre, tenía que ser una especie de escudo para la niña, ante las eventuales crueldades del mundo. No era justo pensar o concluir que la niña merecía un nombre extraño o soez que le hiciera juego con su realidad física.

No, la niña merecía un nombre acaramelado, aterciopelado, un nombre casi angelical.

Madre se había pasado varias horas en el hospital y otras ya en su casa creando una sustanciosa lista de nombres para su hija. No estaban listados en un orden específico, ella los anotó tal y como venían a su mente o tal y como la gente se los dictaba.

La lista era de aproximadamente 400 nombres, 413 para ser exactos, ni uno más, ni uno menos.

Nadie mas que ella veía la lista, escoger el nombre era una labor titánica delegada solo a madre, padre era un cero a la izquierda en estos casos, y de aquí en delante de hecho lo siguió siendo en cualquier tema referente a la niña.

Madre se exasperaba cada vez que alguien le preguntaba por el nombre de su pequeña, el signo físico mas visible de su incomodidad ante tal pregunta era el color rojizo que en sus mejillas se impregnaba. Cuando alguien osaba preguntar por el nombre que ella aún no había podido encontrar, bajaba la mirada y sentía como dos calderos ardían dentro de sus mejillas. Ella en esos momentos deseaba arrancar las cabezas, tirar de los bigotes o revolver las cabelleras de todos los inoportunos, pero solo se limitaba a no parecer grosera y después de una nerviosa reverencia alejarse casi a trote.

Nadie entendía la actitud de madre ante la pregunta, ni tampoco entendían por que no dejaba que alguien aparte de su familia pudiera ver a la niña. Siempre la veían pasar con la niña en brazos hacia el templo para participar de la primera misa de los domingos, la que el párroco celebraba para todos aquellos que dormían durante el día y trabajaban en la noche o para los que los remordimientos de conciencia los atormentaba a tal punto de no dejarlos dormir.

Cualquiera podría pensar que madre ocultaba a su hija por vergüenza, pero no era así. Madre amaba a su hija y sentía unas enormes ganas de mostrarle el mundo, que disfrutara de él, pero sabía que debía dotarla de un nombre fuerte, bello y melodioso que la ayudara a llevar su inminente y profético calvario. De todos modos hasta este punto madre no podía darle mayor regalo a su hija que un nombre que la llenara de alegría y calma.

La lista de nombres, escrita en una hoja de papel, tras varios meses de doblarse y desdoblarse se estaba partiendo en dos. Las puntas estaban abolladas y las palabras poco a poco se hacían menos legibles.

Un día madre horrorizada se dio cuenta de que los nombres 127, 128, 129 y 130 ya no se podían leer. Esa noche lloró desconsolada pensando que tal vez el nombre que ella necesitaba se había esfumado entre las arrugas del viejo papel. Padre al no saber que hacer con la angustia de su mujer decidió dormir en el sofá del cuarto de descanso.

La catarsis que madre experimentó al ahogarse en lágrimas y llanto desmedido durante toda la noche le permitió despertar con un brillo peculiar y una paz abrumadora, venía a bien aplicar aquel dicho que dice que después de la tormenta llega la calma.

Madre se levantó de un salto de la cama y la hizo, luego entró rápidamente a la ducha y terminó su proceso purificador enjuagándose las telarañas, luego buscó el vestido amarillo que padre le regaló y que no se ponía desde hacia varios meses debido a su gran barriga de embarazo. Padre y madre no sabían que el día en que madre utilizó por ultima vez ese vestido engendraron a la niña que aún dormía apaciblemente en el cuarto de al lado. Podríamos concluir que algo llamado el sentido femenino pudo haber mediado en la decisión de madre de ponerse ese vestido.

Padre veía pasar a madre de un lado al otro y casi podía jurar que una que otra vez hizo alguna pirueta.

Madre tomó la lista de nombres, se sentó en la cama, cubrió sus pies con los vuelos del vestido, los cuales acomodó de tal manera que parecía que de su cintura se desplegaban enormes pétalos amarillos y comenzó a repasar los nombres de su lista, como si los revisara por primera vez.

Dos horas después padre se percató de que la niña aun seguía dormida y que madre no chistaba. Se acercó un poco temeroso a la puerta de su recamara, él sabía que su mujer en los últimos meses luego del parto se había comportado muy extraña y que su estabilidad emocional podría romperse en cualquier momento. Siendo sincero consigo mismo, le aterrorizaba la idea de encontrar a su mujer muerta.

Cuando al fin logró colocarse en el umbral de la puerta y observar hacia el interior de la habitación sintió como cuando de niño de un susto se tragaba un dulce. Madre estaba radiante, angelical, hermosa, la luz que entraba por la ventana se fusionaba con su cabello, era imposible ver donde empezaba la luz o su cabellera, eran uno. Olía a nísperos recién cortados del huerto.

Cuando padre se acercó para verla con mayor detenimiento ella acercó su rostro al de él y de inmediato abrió sus manos, dejando volar cientos de pedacitos de papel que se dispersaron por todo el dormitorio. Padre levantó la mirada y vio con un poco de temor como los diminutos papeles, que íntegros formaban la hoja de la lista de nombres, se depositaban en diferentes lugares, unos inclusive se arruinaban al caer en una fuente de agua que estaba sobre el tocador o en el cenicero que estaba en la mesa de noche del lado de padre.

Padre pensó que de una manera bastante sublime su mujer había enloquecido.

Madre le dijo a padre que ya no ocupaba mas de la lista que 4 meses atrás era lo que la anclaba a la vida, ya tenía el nombre perfecto para su hija, la búsqueda había terminado.

Padre dio un paso atrás haciendo crujir las hojas del diario que cayó de sus manos al entrar a la habitación, sin volver la vista atrás, solo con sus manos ubicó los descansa brazos de la mecedora que está a la par de la ventana y se sentó a la expectativa de lo que su mujer le iba a revelar: el nombre de su hija.

20 minutos transcurrieron antes de que de los labios de madre se desbordara el nombre de su primogénita. Cuando lo escuchó sintió como las cinco letras de su nombre se bordaron una por una en su pecho, 2 centímetros debajo de su tetilla izquierda.

Luego de eso, se quedó frio. La tarea que madre le delegó después fue toda una sorpresa, sin embargo él estaba ansioso por llevarla a cabo. Estaba casi seguro que el nombre de su hija tenía una especie de magia, y si cumplía con la tarea de ir hasta la cuna de su hija y susurrarle su nombre, era probable que lograra erradicar lo que la hacia diferente. Que más prueba de ello podía tener al ver a su mujer radiante como antes, luego de verla casi al punto del suicidio o la reclusión con sólo haber encontrado el nombre perfecto.

Padre caminó con paso firme hasta la habitación de al lado.

Ahí estaba ella. Ante los ojos de él su hija era algo así como un ser mitológico, irreal, ambiguo, pero él tenía el conjuro mágico para que emergiera de ese insignificante capullo una verdadera mariposa. Padre se inclinó y cerró de manera instintiva los ojos al estar casi a punto de rozarle la mejilla, luego entreabrió un poco un ojo solo para buscar su oído.

Padre tomó aire de todos los rincones de su cuerpo y lo exhaló pausadamente, mientras que, enredadas en esa infinita exhalación, se escucharon las letras del nombre de su hija: Sofía.

No sucedió nada, absolutamente nada.
Para la plana y escuálida percepción de padre no sucedió nada, sin embargo, una corriente electrica había atravesado todo el cuerpo de la pequeña en unos pocos segundos; aquel nombre era algo así como un segundo soplo de vida, como un detonante para comenzar a vivir.

Sofía abrió lo ojos, impulsada por el susurro de su padre y llena de regocijo deseaba poder expresar lo que sentía, poder agradecerle a su progenitor el haberle regresado del limbo.

Entonces Sofía quiso cantar, con todas sus fuerzas dejar salir una azucarada nota musical para adornar su alegría. Sofía comenzó a mover frenéticamente sus diminutos brazos y pierna, desorbitó sus ojos y con toda su energía chilló.

Padre, horrorizado ante tal espectáculo se separó abruptamente de la cuna, tropezó con algunos muebles y buscó con sus manos enormes y sudorosas el marco de la ventana, sentía que le faltaba el aire y que una sensación nauseabunda le amargaba la garganta.

Sofía no notó la reacción de su padre, era muy pequeña para hacerlo, solo notó un martillante cosquilleo en sus manitas, algo así como las burbujas que madre agregaba al agua cada vez que le daba un baño. Lo demás era silencio.

Madre no pudo bloquear por mucho tiempo el paso frente a la puerta principal y tuvo que apartarse del camino de padre, quien a galope desapareció en la espesa lejanía. Ella no entendía que le pasaba a su esposo, solo que al ver su rostro prefirió dejarlo ir, parecía como si tuviera varias horas sin respirar.

Cuando madre llegó al final de la escalera podía escuchar a Sofía haciendo tremendo escándalo. La nena reía y balbuceaba como nunca antes lo había hecho, soltaba riquísimas palmadas y golpecitos a todo lo que en la cuna encontraba, luego doblaba el dedo índice de su mano derecha y lo mamaba mientras seguía balbuceando. Pasó una hora más en que madre contempló a la pequeña y decidiera bañarla.

Definitivamente había magia en ese nombre y el olor a nísperos recién cortados del huerto se intensificó de manera misteriosa.

CONTINUARA...

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